jueves, 14 de enero de 2010

Elogio de la mesura (20)


NÉMESIS EN LA OBRA DE SHAKESPEARE

Durante el curso 1946-1947 el poeta angloamericano Wystan Hugh Auden impartió una serie de conferencias y clases de debate sobre Shakespeare en la New School for Social Research de Nueva York. Las conferencias tuvieron un éxito extraordinario y el gran auditorio de la New School se llenó completamente.
Sin embargo no se consevan manuscritos de las conferencias ni las notas con las que Auden impartía sus clases. Pero casi milagrosa y sorprendentemente han podido ser reconstruidas a partir de los magníficos apuntes que tomó uno de los asistentes, Alan Ansen. Y fueron publicadas en el año 2000 en inglés y traducidas al español en 2003 con el título de "Trabajos de amor dispersos", en clara alusión a una obra shakespeariana.
En muchas de sus intervenciones Auden hace múltiples alusiones y referencias a las tragedias griegas y sus similitudes y diferencias con las tragedias isabelinas y, así, aparecen motivos y temas como "hybris", venganza, edad dorada... y naturalmente, cita expresamente a Némesis en más de una ocasión.
En la conferencia final del curso, por ejemplo, leemos:"El papel del destino es importante, pero no definitivo; siempre se puede preguntar: ¿y qué hubiera pasado si...? Pero en cualquier caso, las líneas maestras de la historia son claras: la tierra es inicua, la impiedad florece como los cedros del Líbano, los justos mueren. Y, al lado de eso, Némesis."

En las clases referentes a "Troilo y Cresida", y a otras obras de ese período, Auden va distinguiendo hasta qué punto en las tragedias el orgullo difiere de la "hybris". En la tragedia clásica-dice Auden- el hombre piensa que está a salvo más de lo que está en realidad.En las de Shakespeare, el orgullo comienza con el deseo de ser Dios, de escapar a la propia finitud. Esa condición plenamente humana se intenta esconder u olvidar mediante el poder de dominio sobre los demás (Macbeth, por ejemplo) Y afirma:" Némesis es el sentimiento de virtuosa indignación que se despierta sobre todo cuando vemos a un desaprensivo que disfruta de una prosperidad inmerecida"
La conferencia sobre "Como gusteis" da pie a Auden para comentar los tipos de "bucolismo" y la metáfora del "primer hombre" y distingue tres categorías: la agradable, la dura y la judeocristiana. El primero de ellos ejemplificado en la "edad dorada" de Hesiodo y también en la postura de Rousseau con su teoría del "buen salvaje", persona noble, buena y libre desde su nacimiento y que se termina corrompiendo por las instituciones humanas. La versión "dura" representada por Lucrecio en la antigüedad y por Hobbes en época moderna que imagina al "primer hombre" en un estado absolutamente animal, viviendo en condiciones de brutalidad, desorden y salvajismo, siendo el progreso técnico e intelectual, la civilización, la que transforma aquella bestialidad en un mundo ordenado, sabio y cívico. En la judeocristiana es la Caida la que condiciona la historia,
Entre todas las obras de Shakespeare, "Como gusteis" es el himno más vigoroso a la civilización y a las características propias del hombre y la mujer civilizados.
Todo lo contrario aparece en la trilogía sobre Enrique VI en que aparece en escena Jack Cade que, si bien proporciona algunas de las mejores escenas creadas por Shakespeare,la sociedad termina en un lumpenproletariado que encabeza Cade y propone una utopía comunista.


Cade: "Sed bravos, pues vuestro capitán es bravo y promete la reforma. Se venderán en Inglaterra siete hogazas de a penique por tan solo dos; cada pinta de cerveza contendrá tres pintas: y será felonía beber cerveza floja. El reino entero será del común..."
Todos: " Dios salve a vuestra majestad"
Cade: "No habrá ni una moneda; todos comerán y beberán, por mi cuenta...
Dick: "Lo primero que haremos es matar a todos los leguleyos.
Cade: Vaya, eso seguro.
Se trae a un escribiente como prisionero.
Tejedor: "El escribano de Chatham. Sabe leer y escribir y llevar las cuentas"
Cade: "¡Qué monstruo!
Este hombre es un buen hombre, por mi honor, y a menos que lo encuentre culpable, no ha de morir.¿Cómo te llamas?
Escribano: Emanuel
Carnicero: Tienen la costumbre de escribirlo a la cabeza de las cartas. Os hará daño.
Cade: Dejadme a mí. ¿Tienes la costumbre de escribir tu nombre? ¿O como un hombre honrado y franco haces sólo un signo, una cruz?
Escribano: Señor, gracias a Dios, he sido tan bien educado que sé escribir mi nombre.
Todos:!Ha confesado¡ Es un villano y un traidor.
Cade: !Ahorcadlo con su pluma y el tintero al cuello!

¡Qué diferencia con la "edad dorada" preconizada por Gonzalo en "La tempestad"!

Según los expertos Hamlet estuvo muy influida por "La tragedia española" de Thomas Kid, prototipo de las llamadas "tragedias de venganza" y que adquirió una popularidad excepcional. La primera vez que se trató el tema fue la leyenda de Orestes, Agamenón y Clitemnestra, tratados por el trío de trágicos griegos.
En el teatro isabelino, cuando se causa un perjuicio a alguien, el perjudicado lleva su resentimiento tan lejos que Némesis se vuelve en su contra como en el caso de Shylock, por ejemplo. Lo que era un deber se convierte en cuestión de odio y pasiones. Asímismo el descontento, la repulsión que Hamlet siente por su madre, parecen del todo desproporcionados, desmesurados al comportamiento real de ésta.

Entre sus 40 y 44 años de edad Shakespeare creó las cinco tragedias magistrales: Otelo, Macbeth, Rey Lear, Antonio y Cleopatra y Coriolano...
Tanto en todas ellas, como en las griegas, se entiende que el protagonista es un gran o un buen hombre que sufre a consecuencia de un error que ha de ocasionarle la destrucción. La clave de los personajes griegos es la "hybris" que no debe, según Auden, equipararse al orgullo. La "hybris" consiste en que creer que uno es un dios omnipotente, y aunque ello no implique necesariamente una transformación en su comportamiento los dioses castigan a los hombres que se sienten así. Diferentemente los personajes trágicos shakespearianos sufren a causa de un pecado cristiano: el orgullo: saber que uno no es Dios pero intentar convertirse en Él. La "hybris" es producto de un exceso de seguridad y confianza en nosotros mismos; el orgullo es manifestación de una falta de seguridad, de la ansiedad que generan nuestras limitaciones; es una forma de desesperación: la de no querer ser uno mismo y, también en otros casos, la de querer serlo. Los héroes de las tragedias shakespearianas son hombres apasionados que no quieren ser ellos mismos. (Un caso distinto es Yago, desprovisto de pasión, que se obstina en ser él mismo y se niega a cambiar).
En la tragedia griega sentimos compasión por lo inevitable del destino del héroe; en las de Shakespeare, lamentamos que el héroe haya tomado una elección habiendo podido tomar otra distinta...
Conviene tener en cuenta que el orgullo y la "hybris" se prestan muy bien a ser tratados en el teatro: son muy "teatrales" puesto que su punto esencial no es la sucesión sino la intensidad en un momento determinado. La humildad, la mesura, por el contrario, se representa con dificultad porque aquí nos la tenemos que ver con la sucesión y no se manifiesta en un "climax" sino en un proceso continuado en el que es
fundamental que permanezca constante.

Y AL LADO DE ESO,NÉMESIS.

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