martes, 15 de enero de 2008


ELOGIO DE LA MESURA (6)

El Mito de Némesis


En el pasado verano y gracias a una serie de casualidades concatenadas tropezamos por vez primera con el nombre de Némesis, diosa griega de la venganza que castiga la felicidad desmesurada y la conducta desorbitada o irracional.

Entre bromista y provocador contamos a los amigos que se nos había aparecido en tres ocasiones, aunque en realidad fue simplemente a través de lecturas tan corrientes como una novela de Agatha Christie, un artículo del investigador Cayetano López sobre la desaparición de los dinosaurios y otra novelita sobre la guerra del Golfo, y todo ello en menos de una quincena.

Por otra parte, recientemente hemos asistido en la universidad de Alcalá a un seminario internacional sobre desarrollo moral y educación en el que tuvimos ocasión de conocer a los “pesos pesados” del proyecto educativo conocido como “filosofía para niños” y, por las veces que fue citada en los debates, la estrella invitada fue Antígona, arquetipo de la conciencia individual enfrentada a una ley injusta.

Con tantas incitaciones era natural el deseo de abrir de nuevo las tragedias griegas que leimos, ¡ay!, bastante tiempo atrás. Y seguramente nos reservarán más de una sorpresa agradable.

Las obras no han cambiado pero el lector ya no es el mismo: bajo la mirada alerta por el peso de algunos años, errores y fracasos, nos sabrán a nuevo los personajes, los discursos y las emociones que promueven; y lo que teníamos olvidado brillará ahora con una nueva luz y una nueva perspectiva.

Ya nos ocurrió algo similar con la relectura de Ortega y Gasset; fue como una revelación, por ejemplo, su defensa de la ineludible necesidad de la unidad europea que aparece en el prólogo de “La rebelión de las masas”, escrita en los años veinte, o la profecía de la caída de los regímenes fascistas y comunistas en “En torno a Galileo”, editada en los treinta y que no recordábamos en absoluto.
(Publicado en el Semanario “ESCUELA ESPAÑOLA”, de Madrid el 4 de noviembre de 1993)

jueves, 3 de enero de 2008


ELOGIO DE LA MESURA ( 5 )

El Mito de Némesis



Los poemas de Píndaro, que se han conservado, son una colección de Epinicios, es decir, odas destinadas a celebrar el triunfo de los vencedores en los juegos atléticos de Olimpia, Delfos, Corinto y Nemea.. Eran cantados y bailados por un coro con acompañamiento de lira y flauta; pero se han perdido la música y coreografía.

Píndaro expone en una parte de las odas su filosofía de la vida, coincidente con la sabiduría tradicional del pueblo heleno, la condición humana, la necesidad de afrontar los riesgos, el esfuerzo necesario del hombre, su relación con la divinidad, la limitación del ser humano, el peligro de la arrogancia, la temeraria “hybris”…
Es considerado el mejor poeta lírico de la Grecia clásica –sólo comparable a Homero, éste en el campo de la épica—y su obra constituye un hito esencial para el conocimiento de la idea de Némesis en la cultura griega.

Nació en Tebas en 518 a. C., de familia noble y estuvo muy influenciado durante toda su existencia por la religiosidad del culto a Apolo en Delfos. Su amplia cultura y sus viajes y estancias en cortes extranjeras hicieron de él un escritor de altos vuelos y horizontes abiertos y un buen conocedor del alma humana y de la vida.

Las odas laudatorias a los vencedores de los juegos deportivos –que tenían también un marcado carácter sagrado - glorifican a reyes y nobles cuyas virtudes y triunfos se consideran frutos del esfuerzo pero, al mismo tiempo, de la herencia o legados de sus antepasados, de tal modo que para Píndaro incluso los méritos personales proceden del privilegio de la pertenencia a ciertas familias o a la descendencia de algún héroe.

Su ideal es el de los Heraclidas y de aquellos dorios fuertes y grandes atletas: los relatos míticos de Heracles fueron el evangelio de esta juventud que cifraba la felicidad en la fortaleza y agilidad del cuerpo y en la victoria en las carreras.

La máxima :”LA MESURA, LA MEDIDA ES LO OPTIMO, LA EXCELENCIA MAYOR” fue originalmente un mandato para el entrenamiento del cuerpo en la palestra y en los juegos deportivos antes de convertirse en el primero de los artículos de fe de la religión de Apolo en Delfos

Para Píndaro, Zeus es la divinidad por antonomasia y el fundamento y condición de la armonía y belleza del mundo divino y celestial. Los restantes dioses son considerados simples colaboradores y, de algún modo, funcionarios de Zeus. Sólo él es el todopoderoso, sabio y, esencialmente, justo. En Pítica III se lee : “ hay un dios que alcanza todas sus metas, es más veloz que el águila en el aire y que el delfín en el mar; doblega al mortal arrogante y otorga a otros gloria imperecedera”

Ante esta divinidad define al hombre con una brillantísima metáfora que no ha cesado ni cesará de ser repetida por escritores de todos los tiempos.. “En breve crece el gozo de los mortales e igualmente cae por tierra sacudido por una esperanza descarriada. EFÍMEROS SOMOS, ¿QUÉ ES UNO? ¿QUÉ NO ES? SUEÑO DE UNA SOMBRA, EL HOMBRE” (PÍTICA III)




“THE VERY SUBSTANCE OF THE AMBITIOUS IS MERELY THE SHADOW OF A DREAM”

SHAKESPEARE : HAMLET ( 1)

“WE ARE SUCH STUFF
AS DREAMS ARE MADE ON, AND OUR LITTLE LIFE
IS ROUNDED WITH A SLEEP

SHAKESPEARE: “LA TEMPESTAD” ( 2 )


“QUÉ ES LA VIDA? UN FRENESÍ.
¿QUÉ ES LA VIDA? UNA ILUSIÓN,
UNA SOMBRA, UNA FICCIÓN,
Y EL MAYOR BIEN ES PEQUEÑO;
QUE TODA LA VIDA ES SUEÑO,
Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

Calderón de la Barca: “La Vida es Sueño”





“La fama, que por su dulce voz encanta a los orgullosos mortales y parece tan bella, no es más que un eco. un sueño, ¿ Qué digo ¿. la sombra de un sueño que se disipa y se desvanece al menor viento”
Taso: “Jerusalén libertada”



Píndaro considera que aquel que ha conseguido éxitos sin esfuerzos parece a los ojos de la muchedumbre un habilidoso que, entre los insensatos, ha sabido gestionar su vida y aprovecharse de las circunstancias, pero el éxito no depende exclusivamente del hombre; es la divinidad quien lo concede. Unas veces eleva a uno y, en un abrir y cerrar de ojos, lo abate. Sólo los hombres de bien son capaces de soportar esta situación y de aceptarla al estar convencidos que esta actuación divina es una preparación y educación para el bien.

Si el mortal se mantuviera siempre sobrio y no se extralimitara, si no sobrepasara su condición, si respetara sus propios límites, esta educación no sería necesaria. Este es el sentido más profundo, según Píndaro, del conocido mandato délfico “CONOCETE A TI MISMO”.

Conforme a una antiquísima tradición griega la verdadera condición humana se manifiesta cuando el hombre adquiere riquezas, que, en la mayoría de los casos, se la identifica con la felicidad. En esas circunstancias es más necesario y urgente que el ser humano recuerde su condición de mortal, “que le parió una mujer también mortal”, “que la tierra terminará cubriéndole”. Pero el orgullo, la jactancia, altanería, las tinieblas de la locura y de la ambición le ciegan hasta el punto de olvidar su condición esencial. Se olvida de moderar su avaricia.

En este sentido, Píndaro elabora la mejor formulación del credo de Némesis en la Pítica III : “Debemos pedir a los dioses exclusivamente aquello que conviene a corazones humanos. Debemos tener los pies sobre el suelo y no olvidar nuestra condición. ALMA MIA, NO ASPIRES A LA VIDA INMORTAL, PERO AGOTA, APURA EL CAMPO DE LO POSIBLE”
Todo lo que los mortales hacen más allá de los limites que le están asignados es, pues, un atentado a la divinidad, Nunca debe aspirar a convertirse en un dios, (Istmica V). Nadie debe “endiosarse”.
“La especie más ilusa entre los hombres son los que desprecian lo que les rodea y sueñan con alcanzar lo lejano, fundando sus esperanzas irrealizables persiguiendo fantasmas” (Píticas III)


Para nuestro poeta la temeraria “hybris” es manifestación de la presunción, de la arrogancia espiritual que incita la reacción de la diosa Némesis. Píndaro ejemplifica esta actuación en las fábulas de Ixión y Tántalo por creerse dioses y recibir el castigo merecido.

“Tras haberse ganado una dulce existencia entre los benévolos dioses del Olimpo y haber sido perdonado por el crimen cometido contra su suegro, no soportó una dicha duradera, cuando enloquecido se enamoró de Hera, hermana y esposa de Zeus. Su insolencia lo empujó a un arrogante desvarío y en seguida el hombre sufrió lo que era de esperar. Dos fueron las faltas que le acarrearon su castigo: una, que el héroe fue el primero entre los mortales que derramó taimadamente sangre de su estirpe y la segunda, la vez que intentó seducir a la esposa de Zeus en sus espaciosas alcobas. Hay que ver siempre la medida de todo según la de uno mismo.” (PíticaII) Zeus no se ensañó con él, sino que creyendo que había enloquecido al alimentarse con el néctar, se limitó a expulsarlo del Olimpo, pero éste, al volver a habitar entre los mortales, se jactó de haber deshonrado al rey de los dioses, el cual, con uno de sus rayos implacables , lo arrojó al Tártaro, ordenando a Hermes que lo atase a una rueda de fuego, que debía girar sin descanso durante toda la eternidad.

“Si hubo algún mortal a quien honraron los vigías del Olimpo, ese fue Tántalo. pero no supo digerir su gran fortuna y por su desmesura se acarreó un castigo grandísimo que Zeus suspendió por encima de él: la piedra colosal que siempre quiere apartar de su cabeza y que lo mantiene apartado del placer, condenado al suplicio de un hambre eterna y de una eterna sed. Porque robados a los dioses, entregó a los comensales de su tiempo el néctar y ambrosía que lo habían convertido en inmortal. Y es que yerra el hombre que pretende hacer algo sin que un dios se percate”(Olímpica I )


"Para los vencedores en los juegos, el cielo de bronce nunca le será accesible, mas de cuantos esplendores podemos lograr la raza mortal, ellos alcanzan el final de la travesía. Pero ni con naves ni yendo a pié podrían encontrar la senda maravillosa que conduce a donde los Hiperbóreos se congregan. La música no está ausente de sus costumbres; por todas partes se agitan coros de doncellas, resonar de liras y silbos de flautas, y con sus cabellos ceñidos de áureo laurel se divierten alegremente. Ni las enfermedades ni la vejez funesta afectan a su sacra estirpe; por el contrario, sin fatigas ni luchas viven sustraidos a la más que justa Némesis” (Pítica X). Referencia de Píndaro a la Edad Dorada y la única vez que cita explícitamente a la diosa .

Para terminar, queridos amigos, este último consejo de nuestro poeta:”En la prueba se revela la perfección de aquello en lo que se llega a ser señero: un niño, entre niños, un hombre, entre hombres y, en tercer lugar, entre los de edad avanzada, según la etapa que como humanos nos toque vivir. La vida de los mortales comporta cuatro virtudes e invita a pensar en lo que tenemos en el presente. Tú no estás lejos de ello. SALUD, AMIGO. De veras yo te envío esta miel unida a blanca leche, mezcla coronada de espuma: una bebida de himnos en los sones eolios de las flautas”.(Nemea III )


Píndaro: “Epinicios” Edición de Pedro Bádenas de la Peña y Alberto Bernabé Pajares. Ediciones Akal , Madrid, 2002
( 1 ) La verdadera substancia de la ambición no es más que la sombra de un sueño

( 2 )
Estamos hechos con la misma materia de los sueños y el círculo de nuestra corta vida se cierra también con un sueño
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