sábado, 30 de marzo de 2013

ELOGIO DE LA MESURA (71)



                                                     La  idea de Némesis
                                                en
                            "LA  DIVINA  COMEDIA"



   Para Jorge Luis Borges (como para muchísimos más) este libro promete una larga inmortalidad. Según él, Dante, desairado en vida por Beatriz, su idolatrado amor, jugó con la ficción, una vez muerta, de encontrarla y de que sólo , para intercalar   este  encuentro, edificó el gran poema. Dante soñó con ella, pero la soñó inaccesible. ("En vano te busqué en mis sueños").


   Pero Nietzsche, sin embargo, califica a Dante como "la hiena que versifica en las sepulturas" y para Lamartine la COMEDIA era simplemente una "gazette  florentine" por la cantidad de personajes de la Toscana que fueron inmortalizados por el autor.   



   En este rincón dedicado a la idea de Némesis podemos  señalar varios tercetos de la Comedia que hacen referencia  a nuestro propósito. Así en el canto  XIV Virgilio, su guía, se dirige a un condenado de este modo :"¡Oh! Capaneo, si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo. No hay  martirio comparable al dolor que te hace sufrir tu rabia" Después se dirigió a Dante diciendole: "Este fue uno de los siete reyes que sitiaron a Tebas, despreció a Dios..." De esta forma lo presenta 


 Esquilo :"Porque es la lengua acusador exacto de las fatuas ideas de los hombres: Pronto a la acción, bravea Capaneo; despreciando a los dioses, y en su loca alegría, su boca ejercitando él, un mortal, envía contra el cielo palabras campanudas, tempestuosas, que amenazan a Zeus..."



   Al preguntarle un condenado al poeta  si la gentileza  y el valor habitan aún en nuestra ciudad, contesta Dante :"¡Los advenedizos  y las rápidas fortunas han engendrado en tí, Florencia, tanto orgullo e inmoderación, que tú misma te lamentas ya por esta causa!".




Virgilio se dirige a otros condenados así :"¿Por qué se engríe, soberbio, vuestro ánimo cuando sólo sois defectuosos insectos, como crisálidas que no llegan a desarrollarse?"  


   El hijo de Guillermo Aldobrandesschi confiesa:"La antigua nobleza y las brillantes acciones de mis antepasados me hicieron tan arrogante, que, no pensando en nuestra madre común, tuve tanto desprecio hacia los demás hombres, que este desprecio causó mi muerte, como saben los sieneses...Yo soy Umberto y  no es sólo a mí  a quien ha perjudicado el orgullo, sino que también ha acarreado la desgracia de todos mis parientes"



   Al encontrarse con Beatriz y separándolos solamente un riachuelo exclama el poeta: "El río nos separaba a la distancia de tres pasos; pero el Helesponto, por donde pasó Jerjes, cuyo ejemplo sirve aún de freno a todo orgullo humano, no fue tan odioso a Leandro, por el impetuoso movimiento de sus aguas...,como lo era aquél para mí por no abrirme paso."




   En dos ocasiones, al menos, se refiere a la Edad  dorada. "Los que antiguamente  inventaron la edad de oro y su estado feliz, quizá soñaron este sitio en el Parnaso. Aquí  fue inocente el origen de la raza humana, aquí la primavera y los frutos son eternos; este es el néctar de que todos hablan"


   "El primer siglo fue tan bello como el oro; el hambre hacía más sabrosas las bellotas, y la sed convertía en néctar cualquier arroyuelo"
   Casi al final del poema exclama el poeta :"¡oh Beatriz, guía dulce y querida!" Ella me dijo :"Abre los ojos y mírame cual soy; has visto cosas que te han dado fuerza suficiente para sostener mi sonrisa"
Dante Alighieri:"La Divina Comedia"Ed. Juventud. 2001
Jorge Luis Borges: "Nueve ensayos dantescos".Espasa Calpe.  1982

martes, 5 de marzo de 2013

ELOGIO DE LA MESURA (70)



                                                     MIGUEL DE MONTAIGNE

                                       " LA EDAD DORADA"  EN EL SIGLO XVI



         Refiere Montaigne,  creador  del género de los "ensayos", que vivió junto a él largo tiempo un hombre que había vivido diez o doce años en ese otro mundo  descubierto en nuestro siglo, en el lugar donde Villegagnon tomó tierra y al que llamó  Francia antártica.( Brasil)

    Considera que nada bárbaro o salvaje hay en aquella nación, sino que cada cual considera bárbaro lo que no pertenece a sus costumbres. Ciertamente parece que no tenemos más punto de vista sobre la verdad  y la razón que el modelo y la idea de las opiniones  y usos del país en el que estamos. Allí está la religión perfecta, el gobierno perfecto, la práctica perfecta y acabada del todo...
   Esas naciones ( alude a las tribus  indígenas de aquel lugar del Brasil) están  aún muy cerca de la inocencia original. Rígense  todavía según las leyes naturales, apenas adulteradas por las nuestras...lo que comprobamos por experiencia de esas naciones, supera no sólo todas las pinturas con las que la poesía  embelleció la edad de oro y todas las creaciones para representar una feliz condición humana.. Es una nación donde  no existe  ningún tipo de comercio, ningún conocimiento de las letras; ninguna ciencia de los números; ningún nombre de magistrado ni de cargo político, ninguna costumbre de vasallaje, de riqueza o de pobreza; ningún contrato, ninguna sucesión; ningún reparto; ninguna ocupación que no sea ociosa; ningún respeto de parentesco que no sea común; ninguna ropa; ninguna agricultura; ningún metal...Incluso las palabras que significan mentira, traición, disimulo, avaricia, envidia, detracción, perdón ¡son inauditas! ¡Cuán lejos de esta perfección apareceríasele la república que imaginó Séneca" "Hombres recién salidos de las manos de los dioses"!


    Además viven en una zona de países muy grata y bien templada; de forma que, según me han dicho mis testigos, raro es ver allí a un hombre enfermo; y me han asegurado no haber visto a ninguno tembloroso, legañoso, desdentado o encorbado por la vejez...

    Tienen una especie de sacerdotes y de profetas que se presentan muy raramente ante el pueblo, pues tienen su morada en las montañas. A su llegada, hacen una gran fiesta y solemne asamblea de varios poblados. El profeta les habla en público, exhortándolos a la virtud y al deber, mas toda su ética contiene únicamente estos artículos: firmeza en la guerra y el cariño a sus mujeres.. También  les pronostica el porvenir mas, si falla en sus adivinaciones, lo despedazan en mil trozos si los atrapan, condenándolo como falso profeta.( A los que manejan las cosas regidas por la inteligencia humana se les puede perdonar hacer sólo lo que pueden. Mas  a esos otros  que vienen jactándose de la infabilidad de una facultad extraordinaria que está fuera de nuestro conocimiento, ¿acaso no se le ha de castigar por no cumplir sus promesas y por la temeridad de su impostura?)
  A los vencidos en la guerra son tratados muy bien hasta que terminan matándolos y comiendo sus carnes; y Montaigne  hace estas reflexiones:
"Estimo que hay mayor barbaridad en el hecho de comer un hombre vivo que en comerlo muerto, en desgarrar con torturas y tormentos un cuerpo sensible aún, asarlo poco a poco, dárselo a los perros y a los cerdos para que los muerdan y despedacen (cosa que no sólo hemos leído sino también visto recientemente, no entre viejos enemigos sino entre vecinos y conciudadanos y lo que es peor, so pretexto de piedad y religión), que  asarlo y comerlo después de muerto.
   Tres de estos indígenas vinieron a Ruán en la época que nuestro difunto rey Carlos IX allí  estaba, siendo un niño. Hablóles el rey largo tiempo y después  les pidió su opinión sobre lo que consideraban más admirable. Dijeron en primer lugar que hallaban muy extraño que tantos hombres grandes  y fuertes, barbados y armados, como rodeaban al rey (la guardia suiza)  se sometieran  y obedecieran a un niño, en lugar de elegir mejor a alguno de ellos para mandar; en segundo, (tienen una manera de hablar tal que llaman a los hombres mitad unos de otros) que habían observado que había entre nosotros hombres ricos y colmados de toda suerte de comodidades mientras sus mitades mendigaban a sus puertas, descarnados de hambre y pobreza; y que hallaban extraño que esas mitades menesterosas pudieran sufrir tal injusticia sin acogotar a los otros y sin pegar fuego a sus casas.


Michel de Montaigne: "Ensayos"Ed. de maría Dolores Picazo. Cátedra. 2001



    




sábado, 2 de marzo de 2013

ELOGIO DE LA MESURA (69 )

                                      ¡ EVOHÉ !


   Aceptar que somos  mortales nos predispone para asumir los límites éticos y cívicos que moldean nuestro yo.

 Se oye con frecuencia que la cultura moderna ha escamoteado la muerte del primer plano. Mi percepción , por el contrario, es que la muerte está ahora más presente que nunca: películas, noticieros, periódicos...Asesinatos múltiples, catástrofes naturales...han acostumbrado nuestra retina al tétrico espectáculo.
  Lo que de verdad se esconde no es la muerte sino la mortalidad. La diferencia entre una y otra proviene  de que la muerte  es un hecho meramente biológico, bastante vulgar por cierto, previsible, repetitivo y común a todos los vivientes, insectos y plantas incluidos, mientras que la mortalidad  constituye  un privilegio moral específico de los hombres, entidades  autoconscientes a quienes les es dado conocer y aceptar  su condición mortal y así apropiarse  de la finitud de la vida. 
   Porque la mortalidad pertenece a la vida , no a la muerte.. Decía Sócrates  que filosofar es prepararse  para morir, y por mi parte, admito  que durante  algún tiempo me persuadí de que pensar en la muerte era como dice Platón, "sostenerle  la mirada a lo divino", ponerte en conexión con lo esencial.
   Pero si tuviéramos en mente la muerte a todas horas,como nos exhortan algunos moralistas, este mundo resultaría invivible, aplastado por la abrumadora seriedad de nuestro destino funerario. Por eso parece preferible  practicar esa frivolidad recomendada por Scheler para neutralizar  el pensamiento aniquilador y así desdramatizar voluntariamente la inexorable injusticia estructural del mundo, rociándola con una lluvia de liviandad  con la que abrir espacio en nuestra existencia a la alegría, la emoción y la esperanza.

  Aceptar la limitación consustancial a nuestra finitud nos predispone para asumir los otros límites - cívicos,éticos,sociales, profesionales, jurídicos- que moldean nuestro yo...Ser hombre es elegir la forma de tu autolimitación...La vida  es medida, proporción, simetría pero también es desmedida, desproporción, exceso...
   A la vez que nos educamos para la mesura -"nada en exceso" se leía  en el frontispicio del templo de Apolo en 
Delfos- haríamos bien en retener una ingenua capacidad de "entusiasmo", esto es, literalmente,  de dejarnos  poseer por el dios  del delírio colectivo y el frenesí, de nombre Dioniso. Sus seguidoras, las bacantes, corren desenfrenadamente por los bosques, danzan con loco desvarío y, excitadas  por la música de timbales  y castañuelas , gritan "¡Evohé¡" "¡Evohé"! "¡Evohé!" una exclamación festiva de júbilo por la ebriedad de vivir.

   Y quien pretenda ignorar en su corazón el imperio  del dios de evohé, lo paga muy caro, como Penteo,  tirano de Tebas, racional y engreido, que negó en su ciudad  el culto a Dioniso por juzgarlo forastero, extraño a las costumbres ilustradas de su pueblo y, tras sufrir un súbito cambio de personalidad  bajo el sortilegio del dios, terminó descuartizado a manos de su propia madre, presa de furia destructiva.
   De lo que aconteció a Penteo extraemos la lección de que el severo ethos característico del hombre civilizado ha de convivir  de alguna manera con el  eros jovial que en nuestro pecho nunca deja de murmurar su canción, porque , de lo contrario, la pulsión erótica reprimida se vengará de esta coacción con mano airada.
   Lo sé, lo sé muy bien: lo anterior suena a declaración de amor a la vida y nada más ridículo y ridiculizable que una persona enamorada. Pese a todo, la mantengo, mientras Dioniso me asista.
(Extracto del artículo "¡Evohé!" de JAVIER GOMÁ LANZON . EL PAIS.   23-02-2013)
El cuadro "The Youth of Bacchus"(1884) es de W. A. Bouguereau
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