jueves, 19 de febrero de 2015

ELOGIO DE LA MESURA (113)




FRANCISCO  GINER  DE  LOS RÍOS (1839-1915 )
FUNDADOR Y ALMA DE LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA


Estas páginas quieren sumarse  a las voces que recuerdan su  vida y obra en el centenario de su muerte.

Como se fue el maestro
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco  no trabaja.
¿murió?...Sólo sabemos
que se nos fue por una senda  clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas,
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre  vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren  y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!

Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida santa.
...¡Oh, sí, llevad, amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas...
Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España.

Antonio Machado. Baeza, 21 de febrero de 1915

"Educación moral en la Institución Libre de Enseñanza"

Entre los problemas y deficiencias del sistema educativo español de su tiempo, don Francisco Giner de los Ríos, fundador y alma de la I.L.E. destacaba la carencia  de una adecuada formación moral para nuestras clases medias y dirigentes a las que consideraba ni prácticas  ni idealistas sino entregadas a la holganza, la prosa y la miseria" y entre las que abundaban bastante más los sanchos que los quijotes.
De acuerdo con su formación krausista y sus más profundas  convicciones, su labor educativa, tanto en su  producción teórica como en su actuación  práctica, estuvo
 encaminada a subsanar estas deficiencias e intentar formar, día a día, a un grupo de personas honradas, de instintos nobles, cultas, instruidas, laboriosas y capacitadas para atender a sus necesidades  materiales por medio de un trabajo profesional honrado y libre, para lo cual consideraba fundamental proporcionarles mucho juego  corporal y gimnástico, mucho trabajo manual, mucho aire libre, mucho aprendizaje de la sociedad y sus resortes, mucho movimiento, poco libro y mucho jabón y agua, que calificaba como "termómetro de la civilización de un pueblo".

Para Giner,  la única educación moral posible es la realizada en un clima de libertad y orientada a la formación de hombres libres porque,  aunque el aprendizaje de la libertad es más  lento y laborioso que el de la servidumbre,consideraba  que no hay  más educación moral que convenga a los pueblos libres que aquélla que hace hombres libres, la única escuela  que prepara para la libertad es la libertad misma; por ello criticaba la escuela fundada en el concepto teológico de la depravación  total del niño y el tipo de  disciplina militar orientada a "quebrar la voluntad" del escolar y, por el contrario, abogaba por un régimen  disciplinario fundado en la obediencia consentida y razonada, inspirada no tanto en el orden que "se ve"  sino  del orden interior, que consiste en que lentamente, oscuramente y sin que salte a los ojos, se vaya formando una conciencia, una razón, un carácter

Giner manifestó en más de una ocasión su admiración por los ideales educativos de la escuela inglesa que conocía en profundidad a través  de su amistad con Riaño, institucionalista también, y a quien  calificaba como espíritu pluscuamnacional y cosmopolita a la vez, viviendo una vida profundamente españolas en medio  del refinamiento  de su hogar y "extraño en nuestra  pobre tierra"; ideales educativos centrados en el cultivo del sentimiento de la personalidad e independencia personal, el cuidado y desarrollo  de las fuerzas físicas, el goce del campo y de la naturaleza, el sentido estético, la dignidad de los gustos y las maneras que constituían , según Giner, las cualidades del sistema educativo inglés.

En relación al curriculum de educación moral no consideraba oportuno que estas enseñanzas se impartieran en días  y horas. determinados, al modo de lecciones fijas, y, muchísimo menos, mediante  libros de texto de moral; la instrucción, incluso las máximas, proverbios, exhortaciones y preceptos no podían faltar en ninguna clase pero sólo con ocasión de algún+
incidente de la vida escolar y, sobre todo, si iban acompañadas de la oportunidad, el tacto,la sinceridad y la austeridad  moral del maestro, su simpatía , atención, su experiencia y, fundamentalmente, el conocimiento íntimo de la individualidad del niño a quién se dirigía; rechazaba la indoctrinación, sin embargo, y compartía la posición  pesimista de Dewey para quien la inculcación  de reglas morales "sirve tanto para la formación del carácter como las formulas astronómicas"

Es por ello que Giner confiaba más en las virtualidades  de una enseñanza  moral indirecta aprovechando las narraciones, las fábulas - en los grados inferiores-  y la lectura, las ciencias sociales que ofrecen ocasiones múltiples para cultivar  el juicio moral e inspirar nobles  ideales.. También el trabajo manual y el estudio de la naturaleza y la jardinería son medios muy apropiados al poner al niño  en contacto con la realidad, obligarle a la acción, ocuparle gratamente el tiempo y acostumbrarle a la paciencia ,  haciéndole aguardar el resultado de su trabajo fortaleciendo al mismo tiempo su cuerpo, base física  del carácter. Y en este aspecto, la educación física ocupaba en la ILE un lugar central por sus valores  pedagógicos  al potenciar el desarrollo  del dominio de sí mismo, la iniciativa, la cooperación, el respeto al derecho ajeno, la fidelidad al grupo, la salud corporal y constituyendo,en resumen,  una admirable escuela del carácter: valor personal, resolución, sumisión voluntaria  a la ley, sentido del derecho y la equidad...

También el arte y la estética le parecían a Giner medios muy a propósito para despertar  lo que llamaba "tendencias ideales" en el espíritu humano.

Otros factores destacados podríamos encuadrarlos en lo que recientemente se conoce  como "curriculum oculto" y así, incluso, las condiciones  materiales del edificio escolar, como la luz, calor,
ventilación y demás elementos higiénicos, contribuyen al orden  y disciplina y consideraba  que nada hay insignificante en la escuela por su influencia en la vida moral y señalaba, como ejemplo, el carácter  del personal subalterno, portero, limpiadores..., ya que su actitud para los alumnos, el modo de tratarlos y de cumplir sus deberes, ejercen  mucho más influjo del que a veces se piensa.

Adelantándose  medio siglo a las modernas teorías  pedagógicas subraya la importancia de la atmósfera o clima afectivo del centro escolar para la formación del carácter moral."El niño ha de respirarla tan natural e inconscientemente como la atmósfera física, y, en la escuela, está formada por los hábitos y la disciplina, penetrados  de la personalidad del maestro". Algo   similar  podemos decir sobre su intuición relativa al valor educativo que ofrece  la directa participación  del niño y adolescente en el gobierno de la escuela y que entronca
con el moderno concepto de la "comunidad justa" de Lawrence Kohlberg.

Pero  si tuviéramos  que destacar el factor más influyente para la formación moral no tendríamos  más remedio que referirnos  a la personalidad del maestro que es, para Giner,  la fuente capital de energía  de la escuela, de tal modo que la acción  moral escolar dependerá de la preparación  de los profesores para este fin: "la reforma escolar es siempre reforma del maestro"

Hemos dejado para el final la importancia  que Giner concedía a la necesidad de fundamentar  científicamente  los programas  de educación moral y que, mucho más tarde, encontraría en Piaget y Kohlberg sus teóricos más acertados y, en este sentido,  defendía la perpectiva genética y evolutiva como fundamental para la eficacia de la educación moral. "Tanto la enseñanza confesional alemana como la moral laica francesa están fundamentadas  en la vida del adulto, no en las condiciones  y exigencias del alumno".Se pretendía que las ideas  quedaran retenidas en la inteligencia del alumno sin atender a su adecuación al estado de desarrollo moral del niño;  este punto de vista genético debía aspirar a enlazar el trabajo entero  del niño en la escuela a su propia vida y a sus propios intereses en cada momento de su evolución, considerando las diferencias individuales y los diferentes criterios de la moralidad, distintos a los de los adultos, que nos informan del desenvolvimiento  ético: del sentido de la ley, de la verdad, de la autoridad, de la conciencia, del egoismo y altruismo, de los ideales...Las virtualidades posibles  de esta línea de pensamiento e investigación eran expresadas por Giner de este modo" Cierto que se ha hecho  en todo esto todavía poco pero lo bastante para comprender qué riqueza hay aquí de indicaciones  relativas a la educación moral"

Hubo que esperar casi un siglo para que Kohlberg con su teoría del desarrollo cognitivo moral concretara las profundas intuiciones de Don Francisco Giner  de los Ríos.

Manuel Ventura Limosner "Tendencias actuales en educación". Córdoba,1992

El vendaval de la guerra civil acabó con todo esto. ¡¡Pobre España!!




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