viernes, 22 de junio de 2012

ELOGIO DE LA MESURA (58)




EDAD DE HIERRO


(Versión de Pedro Olalla)


PASTOS DE ASCRA
MONTE HELICÓN, BEOCIA (C. 720 ANTES DE CRISTO)


"Nubes oscuras avanzan por el cielo como mansos rebaños: vienen de arriba, de la fuente del Caballo, y su sombra las sigue a ras del suelo deslizándose sobre los carrascos y los acebuches. Sentado en su zalea, bajo una encina, un pastor encorvado las mira pasar. Cuando era niño llegó aquí con sus padres desde Eolia, huyendo de la pobreza. Le llaman Hesíodo, y esta montaña lo ha hecho pastor".
"Hesíodo tiene un hermano, Perses, que ha conseguido escatimarle la herencia de sus padres comprando con regalos la voluntad de los que mandan y que hace años está dilapidando con la misma inconsciencia el fruto de ese sudor ajeno. Sin embargo, ni la codicia ni la prodigalidad de Perses han conseguido destruir en Hesíodo el afecto y el desvelo que desde niño siente por su hermano."
"Aquí arriba, en el silencio y en la soledad de estos montes, Hesíodo ha aprendido de las Musas que el hombre no ha sido siempre tan infortunado como en este tiempo en que el mundo está regido por el hierro. Hubo otros hombres, otros metales más blandos y más nobles, otros tiempos más dignos de nostalgia. Pero, a lo largo de los años, la inconsciencia y la guerra han ido rebajando la estirpe de los mortales hasta su deplorable estado actual"
"Las diosas de la montaña saben decir mentiras idénticas a las verdades, pero saben también, si lo desean, revelar al desnudo la verdad. Ellas, que enseñan la belleza y la armonía, le han revelado a Hesíodo el camino que conduce a los hombres a la única felicidad posible en la tierra. Se llama justicia, y es lo único que tienen para intentar una existencia feliz quienes han nacido en esta edad funesta. Ninguna otra esperanza puede haber para ellos que las conquistas de esa extraña fuerza que trata de imponerse sobre el abuso y la desigualdad; ningún otro amparo que el de esa violencia que hay que hacerse a uno mismo para obrar conforme a la verdad y dando a cada cual lo que merece. De ella vienen los bienes verdaderos, las sustanciosas bellotas de encina, la miel de la montaña, las ovejas que se encorvan bajo el peso de su lana. Y el día en que ella falte -el día en que no haya renuncia a favor de lo justo y no tenga valor la palabra, la verdad, la piedad ni la vida- AIDÓ Y NÉMESIS levantarán el vuelo con sus blancos peplos hacia las cumbres de los inmortales, abandonando para siempre al hombre, y esta estirpe de vidas efímeras conocerá su fin"
"Pastoreando su rebaño, bajando despacio de la fuente a la majada, estas razones discurre Hesíodo para su hermano Perses, para los poderosos que gobiernan estos tiempos sin héroes y para los humildes y oprimidos que aún no tienen consciencia de su dignidad. Afortunado aquel a quien las Musas aman y ponen en su boca el dulce canto"

Pedro Olalla. "Historia menor de Grecia" Acantilado. Barcelona, 2012

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