miércoles, 10 de junio de 2009






ELOGIO DE LA MESURA (14)

NÉMESIS Y LA ÉTICA DE ARISTÓTELES

La originalidad de Aristóteles consiste en haber sabido describir todo el complejo mecanismo que rige el silencioso transcurrir de nuestra intimidad y haber descubierto la materia real, las pasiones, deseos, deliberaciones que orientan nuestro forma de “estar en el mundo”.

¿Existe alguna correlación entre el pensamiento y la acción? Desde Aristóteles hasta los pensadores e investigadores sociales de nuestro tiempo han intentado descubrir las conexiones entre el razonamiento y el obrar humano. (Lawrence Kolberg durante medio siglo ha ido conformando una teoría sobre el desarrollo cognitivo y los juicios morales).

En el mundo homérico, de guerreros, de héroes, el tipo ideal es el que posee las virtudes necesarias para sobresalir en el combate. En aquella sociedad aristocrática el modelo y la fama fueron los elementos formales de la ética griega. La “hýbris”, el exceso, marca las hazañas heroicas.. No basta con calmar naturalmente los instintos, hay que apaciguar también los deseos. La “hýbris” que tantas veces atenazó a los héroes homéricos presenta el rostro inmoderado del impulso insaciable. Sin límites, sin saturación de las tensiones,
la desmesura no encuentra sosiego.

Aristóteles en sus “Ética Nicomáquea” y “Ética Eudema” defiende que vivir es fundamentalmente una función de “equilibrio”, de “mediación” y de “mesura”. (mesótes). Este equilibrio es equidistante de las dos orillas del placer y del dolor.

La expresión latina “in medio virtus” ha trivializado la teoría aristotélica fundamental en sus Éticas .En el contexto del exceso o el defecto de comida y bebida, que arruinarían la salud, Aristóteles utiliza los términos de ”mésotés” (mesura) y el de ”symmetra” Pero también los extiende, por ejemplo, a la templanza y a la fortaleza.: El que huye de todo y tiene miedo y no resiste nada, se vuelve cobarde; por el contrario, aquél que no teme absolutamente nada, y se lanza a todos los peligros, temerarios; así pues, la moderación y la virilidad se destruyen por el exceso y por el defecto y se conservan por el término medio (Mésotés).

Esta doctrina tiene una larga tradición en la cultura griega : la hemos encontrado en la obra de los poetas, Píndaro, Esquilo; en la cultura y creencias populares, pero también en las ideas religiosas : “La mesura es lo excelente” es uno de los preceptos de Apolo en Delfos.

Los ámbitos entre los que podemos encontrar ejemplos de esta teoría aristotélica son: la posesión de bienes y su consumo, el mundo social y moral, el arte como belleza y el trabajo. Apoyándose en estos puntos ha habido autores que se oponen acertadamente a los que identifican la “mésotés” aristotélica con el “aurea mediocritas” de Horacio.

Rara vez en la obra de Aristóteles aparece el entusiasmo con que se inicia el libro VIII de la Ética Nicomaquea. Es un panegírico de los dones y gracia de la amistad que es el modelo supremo en el que podría mirarse la Polis. “Cuando los hombres son amigos, ninguna necesidad hay de la virtud de la justicia; pero aun siendo justos, sí necesitan de la amistad, y parece que son los hombres justos quienes son más capaces de la amistad.
Practicando la justicia nos hacemos justos; practicando la moderación, moderados y practicando la virilidad, viriles.
Existe en la naturaleza de esas virtudes el destruirse por exceso o defecto como puede observarse en el caso de la salud corporal; lo mismo sucede con las otras virtudes.
La virtud, como la naturaleza, es más exacta y mejor que el arte; por ello debe tender al término medio. Pues la virtud ética al referirse a las pasiones y actuaciones, en ellas encontramos exceso, defecto y término medio. Vemos que en las pasiones de temor, osadía , apetencia, ira, compasión y placer y dolor en general, caben el más y el menos y ninguno de los dos está bien. Mas si estas pasiones se dan en el momento debido y por aquellas causas y hacia aquellas personas debidas, y por el motivo y de la formas que se debe, entonces hay un término medio y excelente y en ello radica, precisamente, la virtud.

Al unir intensamente la virtud con el término medio Aristóteles sigue una corriente profunda del pensamiento griego que tiende a evitar todo exceso y a mantener siempre la medida.

(“Ética Nicomáquea. Ética Eudema”. Introducción de Emilio Lledó Iñigo. Traducción y notas de Julio Pallí Bonet. Ed. Gredos. Madrid, 1985)


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