domingo, 1 de diciembre de 2013

ELOGIO DE LA MESURA (86 )



       "Los investigadores descubrieron que el encargado de poner la mano en el fuego por la honradez de los altos cargos del partido, llevaba un implante de amianto" ( Texto de la "viñeta" de "EL ROTO"



                                    Cárceles


   La población carcelaria está compuesta en general  por gente muy joven, grandes o pequeños  delincuentes en la flor de la vida, que en su inmensa mayoría deben a la droga el haber sido  devorados  por el Código Penal. De hecho, si la droga se legalizara, las cárceles, hoy abarrotadas, quedarían prácticamente  vacías y podrían convertirse en parques infantiles, en bibliotecas públicas, en auditorios o en casas de cultura, pero en todo caso habría que dejar algún centro penitenciario como residencia de ancianos, destinada a esos  distinguidos  caballeros, casi de la tercera edad,  que deberían ser  sus inquilinos naturales, políticos corruptos, ladrones financieros, carcamales muy refinados, que han atracado  bancos desde sus propios despachos. En cierta ocasión, en la cárcel de Tenerífe, después de un recuento vi entrar  en el comedor la larga reata  de presos en chándal y bambas, casi todos  chavales  capturados por la droga. Paradójicamente el último de la fila era un sesentón, muy bien vestido, quien a duras podía arrastrar las babuchas. ¿Qué hace aquí  este hombre tan mayor - pregunté- . "Ha  emitido más de  100 cheques sin fondos" - me dijo un celador. Eran tiempos en que un viejo como este aún despertaba  cierta ternura viéndolo en la cárcel con su diseño  de pobre diablo, como un pícaro  estafador a la antigua entre mozalbetes  marginales y otra carne de cañón. Hoy el paisaje carcelario ha cambiado. En los patios y galerías aparecen unos  señorones con la papada bronceada y las cocochas bruñidas, que han llegado a la cárcel desde la cloaca de la política o  directamente desde los restaurantes  de cinco tenedores en cuyos reservados alcaldes y concejales han intercambiados  los dientes  con ciertos tiburones. El dueño  de un famoso asador, que durante  años  ha atendido  a financieros, políticos y empresarios  de éxito se lamentaba: "Tengo  mi establecimiento lleno de imputados. ¿Qué será de este negocio si a mis mejores  clientes  los meten en prisión? A este paso tendré que  hacer cátering  para Alcalá-Meco." Tal como vienen los telediarios habría que despenalizar la droga aunque solo fuera para dejar sitio en las cárceles a estos ancianos, mangantes distinguidos, los nuevos delincuentes encorbatados, que van a necesitar cada día más espacio.
Manuel Vicent. "El País"  1 de diciembre del 2013

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