lunes, 10 de marzo de 2014

ELOGIO DE LA MESURA (94)




           MILES  DE  PERSONAS   PARTICIPAN  EN MADRID EN UNA PROTESTA CÍVICA   SIN PRECEDENTES


    El latido de miles de corazones se aceleró a las 14.20 de ayer ( 9 de marzo) en Madrid: el Coro de los esclavos de Nabucco, de Giuseppe Verdi, ascendía  hacia el cielo despejado desde 1.200 voces reunidas junto a la Plaza de la Independencia. Bajo la batuta del director Miguel Sanz, el canto  surgido de tantas gargantas esmaltó de emoción la luminosa jornada de un Madrid casi primaveral; en los rostros de muchos asistentes que escuchaban con unción la vigorosa marcha, pudo verse chispear algunas lágrimas.

  Aquello era el grito razonado, pero sesgado de pasión, de una ciudadanía que siente la cultura española amenazada  por el descuido y la desidia de las autoridades. "La dignidad  y la libertad están en juego", alertó desde el estrado el músico Miguel Ríos poco antes de comenzar el canto.

   El concierto vocal -cinco minutos de honda palpitación- culminaba con tan restallante broche la jornada de reivindicación cívica desplegada la mañana del domingo entre las plazas de Colón, Cibeles y la Puerta de Alcalá. Más de 90 asociaciones artísticas, profesionales y vecinales, convocaron un evento cultural de proporciones sin precedente en Madrid, para responder a la crisis del sector de la cultura. Los convocantes lo creen castigado no solo por los recortes o los aumentos fiscales- como el 21 del IVA para los espectáculos, que ha caído como una losa sobre el cine y el teatro- sino también  a consecuencia del maltrato de autoridades estatales, regionales y locales mediante "conductas desidiosas y presupuestos ridículos que ponen la cultura pública en España en trance de extinción".

   Para exhibir la protesta, la Plataforma en Defensa de la Cultura, que reivindica un Congreso de la Cultura y un Libro Blanco, dispuso el magno evento: 40 baterías junto a la Plaza de Colón , a las órdenes de Pepe Sánchez, inauguraron el evento con sincronizada percusión, protagonizada también por cuatro niños. Ello dio paso a una serie de actuaciones  en ocho espacios dispuestos en el centro del Paseo de Recoletos hasta la plaza de Cibeles, repletos de público. La instalación de tarimas y estrados  habían comenzado a las tres de la madrugada del domingo. Mil personas participaron gratuitamente en el montaje profesional del acto. Otras tantas, pertenecientes al mundo escénico y  del espectáculo, se desplegarían luego por los ocho escenarios para ofrecer en vivo  actuaciones, mostrar sus saberes y explicar sus quejas.

   En estos ámbitos, al paso del creciente público- los organizadores cifran la asistencia en 40.000 personas- cabía escuchar orquestas de cámara, trompetistas de jazz, danzas de la India, Kiko Veneno...- o ser invitado a reflexionar con pancartas como la que rezaba la frase "Ninguna infancia sin música".

   Mientras raperos desgranaban sus versos contundentes, artistas plásticos urbanos- léase grafiteros- pintaban alfombras con lemas como "Por una cultura sin depredadores". Actores, actrices, libreros, bibliotecarios, arqueólogos, arquitectos  explicaban por doquier los problemas de sus sectores.

   Entre el público Antonio Garrigues Walquer, personalidad liberal, invitaba a reflexionar."Durante la Guerra Mundial propusieron a Winston Churchill recortar el apoyo a la cultura. El político inglés respondió: "¿Entonces , para qué luchamos?


                                                      
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