martes, 2 de octubre de 2012

ELOGIO DE LA MESURA (60)




                                                   LA TRISTEZA DE SER CRISTIANO

                              "Némessi"


            UN JOVEN QUE ALCANZA EL ESTRELLATO SÚBITAMENTE A LOS 20 SE ARRIESGA  A ALEJARSE DE LA REALIDAD.
           LO QUE MÁS NECESITA LA FIGURA ES UN ENTORNO QUE INHIBA SU EGOLATRÍA..


    Lo realmente asombroso es que no haya más deportistas de élite que se comporten como  unos niños malcriados. Pregúntese, estimado lector, qué hubiera sido de usted  a los 19 o 20 años  si, prácticamente de la noche a la mañana, hubiera pasado de ser un chico anónimo cualquiera a convertirse en un multimillonario famoso perseguido  por los aficionados, los medios y las mujeres...Lo normal sería que se le subiera a la cabeza, que se transformara en un personaje egocéntrico , creído, ensimismado y, para la masa de la población, más ridículo que admirable

  A no ser que el joven tenga la suerte de contar con gente a su alrededor capaz de visualizar el peligro que corre y entender que, al menos durante un tiempo, es imprescindible someterle a una dieta rigurosa de humildad; hacer todo lo posible  para que mantenga los pies en el suelo.

 Lo triste, por usar el término de moda, es cuando  el entorno del deportista no inhibe la egolatría, sino que la alimenta.Y como consecuencia, el personaje se conoce poco a sí mismo, no es capaz de entender el mundo que le rodea, ni de interpretar las reacciones que provoca en la gente.

 Ver a Cristiano Ronaldo ahora y en el lío en que se ha metido conviene recordar la experiencia vital de Diego Maradona. Desde su más tierna edad y por el resto de su vida  estuvo rodeado de gente que le decía "¡Recuerda que eres un dios!". Todo lo contrario que al emperador Julio César a quien acompañaba siempre un esclavo para repetirle y repetirle lo contrario:"¿Recuerda que no eres un dios!"

 Desde que que se negó a celebrar los dos goles  que le marcó al Granada y después explicó a los medios que no lo hizo porque se sentía triste. No se siente lo suficientemente querido por su club. Necesiita que le adoren más; como le adoran los que le rodean...

 Uno no debe ir as ver a Florentino Pérez a quejarse  de la tristeza que sufre cuando el presidente acababa de  perder a su esposa; ni se proclama al mundo lo insatisfecho que está con las vida cuando uno gana diez millones de euros netos al año y la mayoría de los aficionados y no aficionados  viven las duras  consecuencias de una dura crisis  económica...

  Es instructivo  hacer una comparación con Rafael Nadal que es ejemplo del deportista  de élite  cuya personalidad no ha sido contaminada por el éxito.  Sabe distinguir entre "Rafa" el mundialmente famoso gladiador de las pistas y "Rafael"  como le llaman  los que lo conocen toda la vida.. La sensatez de Nadal parte del entorno  que le rodea. Cuando quiso comprarse un coche deportivo de lujo  tras ganar su primer Roland Garros su padre le dijo :"No te pases". En cuanto al gran rival de  Nadal, Roger Federer, tanto el propio  Rafa como su entrenador, su tío Toni, lo tienen muy claro y no les atragante confesarlo. Federer posee un talento natural sin parangón.. El suizo es el mejor del mundo y punto.

Tanto el entrenador como el agente de Ronaldo, en cambio,  no pierden oportunidad  de decirle lo que él quiere oir., que es el mejor.. Y, concretamente, que es mejor que su némesis (¿Némessi?, Lionel Messi.
Ronaldo juega al fútbol como si fuera tenista; como si compitiera en un deporte individual. Es, como Nadal, una fuerza de la naturaleza. Salvo Messi, no hay nadie que meta tantos goles. A diferencia de Messi, no tiene el don asociativo que es un elemento intrínseco  del deporte conocido desde sus comienzos como "Association Football". Ronaldo ve la portería rival; Messi ve la portería rival y a sus compañeros desplegados por todo lo ancho  del campo

  Quizá haya aún  alguna figura de su entorno que se anime a decirle las duras verdades que necesita, por su bienestar, oir. Mientras tanto, la moraleja de la historia es sencilla y muy poco original. El dinero no es garantía de felicidad; ser guapo, famoso y gran jugador no sirve de escudo contra la tristeza.

(Resumen del artículo  de Jhon Carlin, publicado en "El Pais" el  6 de septiembre de 2012)
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